Al teléfono con la Mary

(Monólogo telefónico)

- Me vas a matar, justo, pero justo eh, antes de que me llames, me llamó mi amiga la Sandra. Ay, sí, esa chismosa, vistes que te cuento siempre y bueh, me dijo que el viernes se juntan las chicas en el clú de su barrio a jugar a la canasta. Vos sabés lo que me gusta a mi la canasta, no me lo puedo perder. Pero te prometo que en cualquier momentito libre que tenga te llamo y arreglamos, ¿te parece? Bárbaro, me muero por verte, mi vida, vos sabés, pero la canasta es sagrada, además las chicas contrataron unos estriper' vistes, no me lo pierdo ni loca, igual no vamos a hacer nada, solo mirar como bailan los chicos (mientras se le caen las babas sobre el tubo del teléfono y se pezonea). Bueno, amoroso, quedamos así entonces. Llamame o te llamo después de que te hagas la brayin', seguro quedás divino. Chaucito, eh. Estamos hablando, chau, chau, saludos a los chicos del taller.

Idea Vilariño · Buscamos

Buscamos...

Buscamos
cada noche
con esfuerzo
entre tierras pesadas y asfixiantes
ese liviano pájaro de luz
que arde y se nos escapa
en un gemido.

Juan Gelman · Poema

A Mara

Tu voz
irrumpe el mundo
y le da otra palabra. Ahora gira
en los silencios del sol. Tiene
mares y tu idea del mar
es más bella que el mar.
Islas que son cuando hablás
y se van cuando callás
a su isla que se hunde
en movimientos de mi vida
y un reflejo finje que
nuestros cuerpos duermen.

El sentido

Los ojos de la luminiscencia nos observan vagar por caminos llenos de espinas que nos atacan. Estas espinas son capaces de clavarse hasta en el espíritu más errante, solitario o vacío, incapaz de crear el amor, imposibilitado para confiar en el destino.

Nos miramos desde una lejana sombra que con paciencia va cubriendo esos senderos cada vez más sentidos. Entonces pienso... ¿cuál, qué cómo, quién, dónde es / está el sentido? Para qué lo queremos, si de todas formas los segundos más felices son aquellos que pasan sin sentido... riéndonos de nada, llorando si hacemos el amor más real, ungiéndonos de emociones tardías que nos brindaban aquellas miradas, palabras, canciones; aquellos besos, silencios, abrazos que eran reales solo por estar ahí...

Pero entonces aparece el sentido, que se empeña en hilvanar nuestras vidas y destroza aquello que sobre el aire se formulaba como el amor verdadero, como el amor sin cuerdas, con locuras, ese amor que se va fundiendo con el miedo hasta quedar destrozado por el olvido.

Nos miramos como dos perros enfurecidos y rabiosos, la espuma se nos escapa de la boca, pero solo somos dos amantes más que se buscan y se raspan los lomos contra el hocico algodonado del otro sin poder evitarlo.

Cada alba, cada ocaso, cada luna es una opción para amarse, para hacer el amor y no pensar... nunca... jamás volver a creer en otra cosa pero el amor.

Los gritos se hacen eco en la caja que nos encierra por el momento. Chispas en los ojos que se cruzan abren fuego en esta batalla de dos. Desbordamos vasos, mesas, calles, pasos, la vida toda.

Se terminó. Un abrazo, otra partida hasta nueva luna, ocaso, alba...

Jacques Prévert · Para ti mi amor

Fui al mercado de pájaros
y compré pájaros
para ti
mi amor.
Fui al mercado de flores
y compré flores
para ti
mi amor.
Fui al mercado de chatarra
y compré cadenas
pesadas cadenas
para ti
mi amor.
Después fui al mercado de esclavos
y te busqué
pero no te encontré
mi amor.

Solo te tengo a ti



¿A quién no conquistó Audrey Tautou con su bellísima cara y su tierna expresión en Amèlie? Siguiendo los pasos de la genial Audrey, anoche vi A la folie... pas du tout (Solo te tengo a ti).
Angélique (Audrey Tautou) está perdidamente enamorada. Su amor tiene un nombre: Loïc (Samuel Le Bihan), un cardiólogo casado y a punto de ser padre. Pero eso para Angélique no es una amenaza, pues cuando se ama hay que saltar cualquier obstáculo, esperar, ser paciente, incluso hasta la locura.




Dirección: Laetitia Colombani.
País: Francia.
Año: 2002.
Duración: 95 min.
Interpretación: Audrey Tautou (Angélique), Samuel Le Bihan (Loïc), Isabelle Carré (Rachel), Clément Sibony (David), Sophie Guillemin (Héloïse), Eric Savin (Julien), Michèle Garay (Claire Belmont), Elodie Navarre (Anita), Catherine Cyler (Jeanne), Mathilde Blache (Léa), Charles Chevalier (Arthur).
Guión: Laetitia Colombani. Con la colaboración de Caroline Thivel.
Producción: Charles Gassot.
Música: Jérôme Coullet.
Fotografía: Pierre Aïm.
Montaje: Véronique Parnet.
Diseño de producción: Jean-Marc Kerdelhue.
Vestuario: Jacqueline Bouchard.

Haruki Murakami · Al sur de la frontera, al oeste del Sol


Al sur de la frontera, al oeste del Sol,
es el primer libro de Haruki Murakami que llega a mis manos, y, a 60 páginas o menos de terminarlo ya quiero comprarme todos sus otros títulos. Si bien hace rato me recomendaron a este autor y leí buenas críticas en todo tipo de publicidad "intelectual y esnoboba", recién ayer me compré este libro y debo reconocer que lo devoré. En especial quisiera leer Tokyo blues, pues fue de la mano de este título que llegó a mis oídos Haruki Murakami.
Es la historia de un hombre que es hijo único, dato no menor, pues es la característica que lo define durante la primera etapa de su vida y que lo lleva a conocer a la mujer de la cual nunca se podrá olvidar. Una historia de amores, desamores, encuentros, desencuentros y engaños. Llena de inseguridades y felicidades plásticas. Es un poco triste, pero altamente recomendable y leíble.

Acá algunas citas de la novela:


"Y yo cada vez pensaba lo mismo. Que no era un simple disco lo que Shamamoto tenía entre las manos, sino un frasco de cristal que encerraba una frágil alma humana."

"Para expresarme con propiedad hubiera necesitado un lenguaje muy distinto, desconocido. Y ni siquiera sabía si lo que sentía era digno de ser expresado con palabras."

"Aún hoy recuerdo el tacto de su mano aquel día. Es un tacto diferente a cualquier otro que haya experimentado después. Era simplemente la mano pequeña y cálida de una niña de doce años. Pero en aquellos cinco dedos y en aquella palma se concentraban, como en un catálogo, todas las cosas que yo quería saber, todas las cosas que tenía que saber. Y ella, al tomarme de la mano, me las enseñó. Me enseñó que en el mundo real existía un lugar como aquel. Durante diez segundos tuve la sensación de haberme convertido en un pajarillo perfecto. Surcaba el aire, sentía el viento. Desde las alturas pude ver países lejanos. Tan remotos que no era capaz de vislumbrar con claridad lo que había. Pero supe que existían. Y que algún día iba a
visitarlos. Esa certeza me dejó sin aliento. Me hizo estremecer."

"Entonces no lo sabía. No sabía que era capaz de herir a alguien tan hondamente que jamás se repusiera. A veces hay personas que pueden herir a los demás por el solo hecho de existir."

"-A ti te gusta ir dándole vueltas a las cosas tú solo. (...) Y no soportas que los demás sepan lo que tienes en la cabeza. Tal vez sea porque eres hijo único. Estás acostumbrado a pensar las cosas por tu cuenta y a decidir por ti mismo. (...)
'Hijo único' (...) No se refería a mi como un niño mimado y consentido, sino como a un ego propenso a aislarse, al que le costara salir de su propio mundo (...)."

"Porque lo que nosotros realizábamos era un acto necesario, un acto natural y espontáneo que no admitía ser puesto en cuestión. Desde el principio le estaba negada la posibilidad de cosas como el amor, el sentimiento de culpa o el futuro."

"Al mirar la lluvia sin pensar en nada, tienes la sensación de que tu cuerpo se va soltando poco a poco y que te vas separando del mundo real. Quizá la lluvia tenga algún poder hipnótico."

"Nadie se sumerge en ninguna aventura esperando resultados mediocres. La gente, pese a tener un chasco nueve de cada diez veces, desea tener al menos una experiencia suprema, aunque solo sea una vez. Y eso es lo que mueve al mundo."

"Le miré las pupilas. No se veía nada. Y en el fondo de ellas se adivinaba, fría y oscura, la muerte."