Las penas del joven Wether · J. W. Goethe



(...) Con lo lejano pasa lo mismo que con lo futuro. Ante nuestra alma se halla un todo, enorme y en penumbras, nuestra sensibilidad se diluye en él igual que la mirada. Nuestro anhelo es el de poder entregarnos por completo y dejar que nos inunde un semtimiento majestuoso, magnífico, úncio. Pero, ay, cuando nos acercamos, cuando el allá se convierte en acá, cuando lo qeuf eu es igual a lo que será, entonces nos quedamos con nuestra pobreza, con nuestras limitaciones; nuestra alma sigue sedienta del bálsamo que se nos ha escapado.
Es así como el más errante vagabundo anhela volver finalmente a su lugar de partida, y encuentra en su casa, en el seno de su amada, junto a sus hijos y en su afán de mantenerlos, la satisfacción que infructuosamente había buscado por el mundo. (...)


5 comentarios:

EfeR Soto dijo...

Quiero volver a casa, a alguna casa, para encontrar a esa princesa vampira, que respira y me mira...
Calamaro...
no me vas a decir q no t gustó?

me acordé de eso x el post.

Malvin dijo...

No... odio a Calamaro. Es de lo peor.

Y... qué tiene que ver calamaro con Goethe???

"Hay que pensar". Gojiro Norikawa

EfeR Soto dijo...

jajaja...
"Hay que pensar"
he estado peleando x no hacerlo.

Celeste dijo...

la verdad:qué libro embolante!

Malvina dijo...

Amé este libro. Amé Goethe. Say no more